ELPAÍS* : La corrupción y sensación de corrupción en los poderes públicos
que desespera a los españoles tiene a dos de cada tres convencidos de que
España es el país más corrupto de Europa y al 81% pensando que los
partidos políticos son corruptos o muy corruptos. Otros tienen una opinión
parecida de sí mismos (el 65% de los italianos otorgan a su país la
medalla de oro en corrupción, con idéntico criterio que los españoles
sobre sus partidos). A todos da la razón Transparency International (TI),
la entidad sin ánimo de lucro volcada en la lucha contra la corrupción,
que en su último informe destaca que España, junto a sus primos de Grecia,
Italia y Portugal, adolece de una grave carencia de responsabilidad de los
poderes públicos y una ineficacia, negligencia y corrupción tan enraizadas
como faltas de control o sanción. “Ya no se pueden pasar por alto los
vínculos entre corrupción y las crisis financiera y presupuestaria en
estos países”, señala Transparency.
La entidad, radicada en Alemania, se ha hecho un
nombre por sus estudios y revelaciones sobre cloacas políticas y
económicas en todo el mundo. En el informe, que hoy hace público, titulado
Money, Politics and Power: Corruption Risks in Europa (Dinero, política y
poder. Peligros de la corrupción en Europa), Transparency se centra en la
falta de claridad con que se adoptan decisiones en los países europeos.
Ya a primeros de año un Eurobarómetro revelaba que
tres de cada cuatro europeos consideran que la corrupción es un grave
problema en su país y cómo la mitad de ellos considera que la corrupción
no ha hecho sino ir a más en los pasados tres años. La inmensa mayoría de
los europeos estima que sea cual sea el nivel político institucional
(local, regional o nacional) está minado por la corrupción y que políticos
y responsables de los concursos públicos enseñorean a placer ese patio de
Monipodio, que solo en la faceta de concurso públicos mueve del orden de
1,8 billones de euros anuales a escala comunitaria. Hace unos días, el Pew
Research Center, un centro de estudios de Estados Unidos, revelaba que
italianos (65%), españoles (63%) y griegos (52%) se tienen a sí mismos por
los más corruptos de Europa.
En el año 2011 hubo destacados juicios sobre
corrupción en Francia e Italia y escándalos que sacudieron a las opiniones
públicas en el Reino Unido (gastos privados de parlamentarios cargados
como públicos), Noruega (fraudes en pensiones), República Checa y Rumania
(clientelismo puro y duro) y Bulgaria, Finlandia y Eslovenia (conflictos
de intereses). La corrupción y los indicios racionales de corrupción
llevan años campando por sus respetos en España, sin ahorrar poderes e
instituciones. El 80,8% de los españoles tiene para sí que los partidos
políticos son corruptos o extremadamente corruptos, según TI. El mismo
porcentaje que en Italia, superados ambos ligeramente por la frustración
de rumanos y por mucho por los afligidos griegos (87,9%).
Dice Transparency, refiriéndose a los países del
sur de Europa, que en ellos “la corrupción consiste con frecuencia en
prácticas legales pero no éticas” fruto de la opacidad en las reglas que
rigen a los grupos de presión, el tráfico de influencias o la
permeabilidad entre los sectores público y privado.
El informe subraya que la financiación de los
partidos políticos no está debidamente regulada en Europa, pese a ser un
área de alto riesgo de corrupción, y que los códigos de buena conducta de
que se han dotado algunos parlamentos (no todos) están llenos de agujeros.
Quienes hacen la ley hacen la trampa, viene a decir Transparency que en el
suculento negocio de los contratos públicos constata que las legislaciones
nacionales se ajustan a las directivas de la UE “aunque es un secreto a
voces que en muchos países estas normas con sistemáticamente burladas y
que eso se hace con impunidad”.
“Hay demasiados Gobiernos que escabullen su
responsabilidad en la gestión de las finanzas públicas y de los concursos
públicos”, indica TI. “Peor incluso, solo dos países [Noruega y Reino
Unido] protegen adecuadamente de represalias a quienes deciden denunciar
presuntos delitos o conductas no éticas”.
Transparency hace notar cómo la frustración
popular con la gestión de la cosa pública lanzó en 2011 a millares de
jóvenes a las calles “indignados (…) por la incompetencia y la corrupción
de los políticos” en España, Grecia, Italia y Portugal. “Las
administraciones públicas de estos países carecían del marco legislativo
para responder de sus actos y de mecanismos de integridad y de modos para
su puesta en práctica efectiva”, apunta TI. “España, Grecia y Portugal son
casos claros de cómo la ineficacia, los abusos y la corrupción no están
suficientemente controlados o sancionados”.
El Pais 9 6 2012 Ricardo Martinez de Rituerto Bruselas 6 6 2012
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